Líderes motivadores, empleados felices
En los puestos de trabajo te recuerdan lo que has de mejorar, en lo que has errado, pero ¿nos felicitan cuando logramos algo bueno y bien hecho? Pocas veces.
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¿Cuántas veces has premiado a alguno de tus empleados por su buen trabajo? Y a la inversa, ¿cuántas veces has sentido que tu jefe te agradecía tu buena labor?
En una sociedad que durante muchos años se ha centrado en el castigo y en el miedo como método para dirigir e “incentivar”, sería recomendable empezar a cambiar este sistema. Y aunque cada vez hay más empresas que son conscientes de esto, todavía no sucede en la mayoría.
El error consiste en creer que tenemos que ser una multinacional para poder soportar el peso de una inversión como un premio consistente en un viaje o en algún tipo de bono. Realmente, no se trata de hacer reconocimientos que nos desborden como empresa. El objetivo es premiar el esfuerzo y la implicación en el logro de metas de nuestros empleados. Ya lo decía Maslow en su pirámide de las necesidades, una vez cubiertas las básicas de afecto y seguridad, la siguiente es la de reconocimiento, tanto la de uno mismo como la de los demás.
En muchísimos estudios realizados en EEUU, a partir de enfermedades psiquiátricas que no tienen ninguna base fisiológica o neurológica que puedan determinar dicho trastorno, se concluye que las personas que se sienten poco reconocidas renuncian a muchas de sus capacidades y aptitudes.
Es fundamental sentirnos realizados y correspondidos. Reconocer nuestro potencial, nuestras habilidades, nuestra valía y querernos por todo ello, así como sentirnos reconocidos por los demás.
¿Es necesario emitir grandes alabanzas o elevados costos económicos? La respuesta es NO.
Son pequeños detalles en el día a día, poco costosos, hacia nuestros hijos, nietos, hermanos, alumnos, parejas, padres, profesores, trabajadores, directivos, etc. Detalles que alimentan al alma y que se retroalimentan en ambas direcciones cuando los emitimos. Ser amables con los demás y reconocerles está comprobado científicamente que nos hace mucho más felices y nos gratifica.
Nos hemos acostumbrado a ser críticos con nosotros mismos y con el resto. En los puestos de trabajo, te recuerdan lo que has de mejorar, en lo que has errado, pero ¿nos felicitan cuando logramos algo bueno y bien hecho? Pocas veces.
¿Por qué? ¿Qué ser humano puede crecer, avanzar, motivarse, crear y sacar el potencial de sí mismo para ser productivo, si se le critica constantemente y cuando no comete ningún error, resulta indiferente para la empresa o es víctima de la presión continua de sus superiores?
Con premios ajustados a nuestro presupuesto empresarial y al objetivo logrado, sin caer en excesos, podemos conseguir una mayor motivación en nuestros trabajadores y, por tanto, una mejora en la productividad, felicidad en las personas y una sociedad más sostenible.