Di adiós a las etiquetas sobre tu generación
En el área de recursos humanos etiquetar a las personas por la generación a la que pertenecen es cada vez más habitual: baby boomers, generación X, millennials, centennials.
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¿Cuántas veces hemos escuchado que las modas ni son buenas ni malas? Simplemente, están ahí. Sin embargo, las tendencias del momento pueden influir en nuestras decisiones. Por eso, nosotros queremos profundizar y analizar la moda actual de etiquetar a las generaciones.
Por ejemplo, en el mundo empresarial empieza a sonar con fuerza el término de “cuarta revolución industrial”. En los departamentos de marketing, se lleva utilizar anglicismos. Conceptos como “transformación digital” también han calado muy fuerte en la sociedad. En el área de recursos humanos etiquetar a las personas por la generación a la que pertenecen es cada vez más habitual: baby boomers, generación X, millennials, centennials.
Los tópicos de cada grupo generacional
Cada grupo generacional, dependiendo de su época, comparte un contexto social y laboral. Esto no significa que cada generación se comporte de una misma forma ni que se relacione con su entorno de igual manera. Es importante diferenciar este aspecto, ya que aceptamos una serie de atributos sin antes pararnos a cuestionarlos. Los más comunes son los siguientes:
- Baby Boomers (1946-1964): se les denomina así porque nacieron en el momento de pleno auge de la natalidad. Consideran el trabajo como un factor importantísimo en sus vidas. Están acostumbrados a trabajar durante muchos años en una misma empresa.
- Generación X (1965-1978): son los que mejor asumen los cambios porque les tocó vivir la llegada de internet y los cambios tecnológicos, rompiendo con el mundo analógico.
- Millennials o Generación Y (1979-1996): les gusta emprender y aprender. No les asusta el cambio de trabajo porque su entorno laboral es muy inestable. Toleran mejor el fracaso.
- Centennials o Generación Z (A partir de 1997): son los más creativos. Quieren trabajar y vivir de sus aficiones, o incluso, tener su propia empresa.
Ser inteligente con tus emociones
Caer en estos tópicos tan generalistas no puede ser la mejor opción. Los departamentos de recursos humanos ponen como requisitos que la persona que opta al puesto vacante en cuestión tenga una edad concreta. ¿Es necesaria la edad? ¿De verdad nos creemos que una persona nacida a partir del año 97 es más creativa que otra de una generación anterior? ¿Un millennial no se asusta con los cambios y tolera mejor el fracaso? ¿No creéis que esos factores dependan más de la inteligencia emocional o el control de las emociones que del simple hecho de pertenecer a una determinada generación?
Más allá de la edad y los complejos que esta lleva consigo, el factor esencial y que cada vez se tiene más en cuenta son las habilidades personales. La inteligencia emocional juega un papel fundamental. Para Daniel Goleman, “la inteligencia emocional es la capacidad y la habilidad de utilizar las emociones para gestionarse a uno mismo”. También hemos oído muchas veces la importancia de la “actitud”, especialmente, en los videos de Victor Küppers, quién habla de este atributo como un “factor multiplicador en la vida”.
Saber manejar tus emociones no es tarea fácil. No se enseña ni se aprende en las escuelas. Esta idea cada vez está calando más fuerte en el ámbito empresarial. Para Goleman, “en el trabajo compites con gente tan inteligente como tú, con el mismo coeficiente intelectual. Lo que verdaderamente marcará la diferencia está en el lado de la inteligencia emocional”.
La diversidad enfocada a un objetivo común
No importa si tu equipo está compuesto por diversas generaciones. Esta realidad puede ser muy enriquecedora. Cuanto más conozca cada miembro sus funciones y se pongan en común, más fácil será empatizar con las tareas de cada uno. Este hecho hará que todos remen en la misma dirección y el futuro de la empresa sea más prometedor.
En definitiva, hay que dejar de lado la obsesión de etiquetar a las personas en base a prejuicios de edad. En vez de eso, será más efectivo conocer a las personas desde el lado de sus vivencias, experiencias laborales y su actitud ante los cambios y nuevos retos. Saber si encaja con los valores de tu empresa. Cada persona es única y tiene que aportar su granito de arena en relación a un objetivo común.