El comienzo del camino hacia la quinta revolución industrial
Cuando todo se desvanece por la fragilidad del ser humano, debemos parar. Tenemos que repensar qué estamos haciendo cada uno de nosotros por la humanidad.
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En tan solo poco más de dos meses gran parte de los seres humanos hemos pasado a darnos cuenta de que antes del Coronavirus éramos felices. La humanidad entera ha sufrido un revés que nadie esperaba que se pudiera producir. Los modelos de vida, la forma en que se organizaban las sociedades, los medios productivos y económicos, en definitiva, todo aquello que representaba lo que algunos llamaban sociedad avanzada, ha sufrido un terremoto.
Como todo acontecimiento en la historia que ha producido un revés para un importante número de seres humanos, además de analizar las causas para evitar su repetición, siempre lo más importante ha sido la reconstrucción, esa capacidad del ser humano para superar las dificultades. Este no será un trance distinto a otros, reconstruiremos nuestras sociedades, nuestra economía, nuestra forma de vida, pero ¿por qué no provechar la época de cambio para que estos sean cambios de verdad?
Tenemos tiempo. Siempre quedarán seres vivos que tendrán una vida detrás de la nuestra. Ellos y nosotros tendremos tiempo para cambiar las cosas, pero si no somos nosotros los que promovemos el cambio, ellos tal vez se queden sin tiempo para hacerlo. No podemos eludir nuestra responsabilidad.
¿Dónde queremos llegar? ¿Tenemos claro cuál es el objetivo de nuestra transformación? ¿Estamos contentos con nuestro futuro? ¿Cómo queremos llegar? ¿Queremos solo aplaudir desde un balcón o una ventana de forma impotente ante las cosas que pasen a los seres humanos? ¿Con quién queremos llegar? ¿Tenemos que ser seres egoístas que solo cuando nos daña algo directamente reaccionemos o somos una sola especie, a defender en su conjunto?
Un Nuevo Orden Mundial
Nadie pensaba que esta pandemia sería el primer ataque global contra las sociedades más avanzadas y desarrolladas en su inicio. Se ha visto que los virus no entienden de ricos y pobres, ni de empleadores ni empleados, ni del norte o sur, ni de occidente u oriente. El virus es eso, un virus, programado para expandirse y sobrevivir, en el que los términos aranceles, concertinas, muros o nacionalismos le da igual.
Cuando alguien se cree que los recursos son infinitos, es un ser despreciable, avaricioso e insolidario. Cuando alguien no reconoce la fragilidad del ser humano y que estamos aquí solo de paso para dejar un legado, es un ser inconsciente y egoísta. Antes, Occidente vivía en una burbuja y los países en desarrollo, según iban desarrollándose, se iban sumando a esa corriente de insolidaridad y de egoísmo. Nunca las curas de humildad que cuestan vidas son bien recibidas ni de agradecer, pero ¿seremos capaces de aprender de los errores?
Un Nuevo Orden Mundial es la única solución para abandonar nuestra forma de actuar inconsciente, egoísta e insolidaria. Un nuevo orden que el conjunto de los seres humanos debe reclamar, promover y ser el motor para que se produzcan los cambios que lleven a él.
Si atendemos a la definición de la Real Academia de la Lengua de “Revolución”, dentro de sus principales definiciones se encuentran:
2. f. Cambio profundo, generalmente violento, en las estructuras políticas y socioeconómicas de una comunidad nacional.
3. f. Levantamiento o sublevación popular.
4. f. Cambio rápido y profundo en cualquier cosa.
La verdad es que me gustaría que la sociedad fuera capaz de acuñar otra definición, que juntará las necesidades que de verdad se tienen para este cambio, que definiera la revolución como: “Cambio que se produce en las estructuraras políticas y socioeconómicas promovido por la movilización de la sociedad, pasando de los pensamientos solidarios, responsables, inclusivos y sostenibles a la acción”. Desde esta perspectiva, el ser humano debería liderar de forma clara una nueva revolución industrial.
El comienzo de la Quinta Revolución Industrial
En todo, la civilización avanza cada día de una forma más rápida. Desde la Revolución Industrial, la primera de ellas, siempre hemos visto las revoluciones industriales con largos periodos de tiempo de estabilidad en las que el ser humano ha mantenido unos ordenes económicos, sociales, tecnológicos y productivos determinados. Ahora, casi sin haber disfrutado de la recientemente acuñada Cuarta Revolución Industrial, esta prueba de fuego nos hace plantearnos a muchos de nosotros si el desarrollo que preveíamos y habíamos realizado en esta Cuarta Revolución Industrial, no adolece de algunos aspectos que, en estos últimos meses y los venideros, se pondrán aún más de manifiesto.
Cuando esta crisis sanitaria esté mitigada o se pase casi del todo la Pandemia, si es que algún día llegar a ser así, deberemos frenar las máquinas y hacernos las siguientes preguntas:
¿Seremos capaces de dar un mayor uso a las cualidades humanas como la inteligencia, las emociones, los sentimientos, para de verdad acometer una revolución industrial sin hacer uso simplemente de las capacidades de nuestro Planeta?
¿Hemos tenido en cuenta y en serio, como factor transversal, la sostenibilidad en el diseño de la Cuarta Revolución Industrial?
Los avances que se proponen de orden tecnológico; internet de las cosas, robótica, inteligencia artificial, computación cuántica, biotecnología, etc. ¿los desarrollamos pensando en el conjunto de la humanidad o simplemente en el acceso a ellos de los países más ricos?
Contestando a cada una de estas preguntas, descubrimos dónde están las deficiencias de la Cuarta Revolución Industrial, para ponernos a pensar de forma urgente en la Quinta.Hasta ahora, habíamos aprovechado bien la naturaleza o las herramientas para desarrollar las civilizaciones.
- La primera revolución industrial la hicimos aprovechando uno de nuestros grandes aliados para la supervivencia, “el agua”. Obtener mediante calor su vapor nos ayudó a nuestro desarrollo.
- La Segunda fue soportada por la creación de energía, la eléctrica o aquella que lográbamos de nuestros recursos naturales, el gas, el petróleo, etc. Desarrollamos el mundo hasta donde lo conocemos, hicimos del consumo nuestro gran aliado y generamos la riqueza a través de utilizar, cada vez de forma más eficiente, nuestros recursos.
- La Tercera empezamos a desarrollar más la capacidad de aportar inteligencia, hacer de la tecnología un aliado y empezar a retorcer la idea de las anteriores revoluciones que empezaban a quemar nuestro planeta, con un uso intensivo de los recursos. Ya empezamos a pensar en las energías renovables, en una mayor eficiencia de la energía, en que el consumo fuese reglado y los mercados corrigieran desequilibrios abriéndonos a la Globalidad.
- La Cuarta nos llegó casi sin haber consolidado la tercera, con una transformación mayor del uso de la cualidad humana de la inteligencia, pero ambas aún estaban estancadas en el uso intensivo de los recursos naturales, que nos había proporcionado las anteriores revoluciones industriales sin buscar alternativas o remedios.
Aun cuando nos vamos aproximando al uso de la inteligencia como capacidad humana, la brecha sigue existiendo. No podemos diseñar los avances de la Humanidad sin tener en cuenta los factores emocionales. No podemos avanzar sin saber que el ser humano, necesita preservar sus cualidades por encima de otros factores. Sentimentalmente debemos ser felices y ese debe ser el principio que rija los avances, la obtención de la felicidad.
Todo apunta a que la Cuarta Revolución Industrial favorecerá aun más si cabe la intención de la tercera de un desarrollo de la sostenibilidad, pero, ¿sabemos de verdad el sentido de ser sostenibles? Estamos diseñando la robótica, mejorar la eficiencia de las energías, el uso de la inteligencia artificial, todo para mejorar la productividad y los avances, pero ¿alguien se ha parado a pensar, ante esta situación, la solución vital que darás a los millones de seres humanos que hoy viven de su trabajo y que este desaparecerá ante los avances?
A por la quinta
La Quinta Revolución Industrial, será el fruto de no empezar la casa por el tejado. Tenemos que acompasar las necesidades sostenibles del planeta y de los seres humanos a los avances y si no cambiamos el orden mundial para que así sea, no conseguiremos el objetivo. No se trata de mitigar, apaciguar o frenar los avances, se trata de pensar y ejecutar los planes que lleven a que los avances sean sostenibles y estén universalizados. Estamos poniendo a prueba de las sociedades avanzadas en este confinamiento nuestras capacidades tecnológicas, pero ¿alguien se ha parado a pensar qué sería de nosotros si viviésemos en un lugar donde las mismas no estuvieran disponibles, donde no pudiésemos desarrollar nuestra vida sin la transmisión de datos o sin disponer de un dispositivo para hacer frente a esta situación de soledad y tristeza?
Nuestra misión no será hacer un mundo feliz, nuestra misión será ser capaces de dejar a las siguientes generaciones un mundo lo suficientemente preparado para que la felicidad pueda existir. No podemos desarrollar el mundo si seguimos destinando 1,6 billones de dólares anuales como en 2018 al gasto militar y sólo 2,3 billones de dólares ese mismo año a I+D, incluido en este el I+D militar. No podemos desarrollar la biotecnología si en España se invierten algo más de 90 millones de euros, mientras mantenemos 1.300 millones euros de compra de jugadores en la Liga Santander de fútbol de primera división.
¿Seremos capaces de aprender de los errores?
Todo suena a demagogia, todo suena a sueños irreales por cumplir, no sé si será la falta de oxígeno, de estar encerrado en un cuarto de no más de diez metros cuadrados escribiendo. Pero creo que todos tenemos una obligación y poner nuestro granito de arena para cambiar el orden mundial de forma cierta, para que se produzca una Quinta Revolución Industrial donde se combinen los mejores avances tecnológicos y científicos junto con las mejores cualidades del ser humano, su inteligencia, sus emociones y sus sentimientos positivos.